Pocas veces en una confrontación decisiva entre rivales de alto nivel se habrá producido una remontada tan grande en tan poco tiempo. Y pocas veces también un equipo habrá sentido un apoyo tan caluroso de un público en teoría neutral en su gran mayoría. Lo que sucedió en Madrid el 17 de julio de 1986 fue algo excepcional.
JUAN ANTONIO CASANOVA
Era nada menos que la semifinal del Mundial, con los dos colosos europeos, la URSS y Yugoslavia, frente a frente. Los soviéticos habían sido los verdugos de los españoles, que se habían complicado la vida al perder con Brasil (
ver 10/VII), pero los yugoslavos eran el gran enemigo de los aficionados madrileños, por las habituales humillaciones de
Drazen Petrovic al Real Madrid... por el que ficharía dos años después. Las preferencias de la grada estaban muy claras.
Yugoslavia jugó a ganar y mereció ganar. Se lo impidió la inexperiencia de algunos jugadores, que no supieron cerrar un partido que, tras el 37-40 del descanso, dominaban por 9 puntos (76-85) a falta tan sólo de 41 segundos. Entonces sucedió lo que nadie podía esperar: los soviéticos clavaron tres triples (Sabonis, Tikhonenko, Valters) y, entre el delirio de los espectadores, forzaron la prórroga con ese parcial de 9-0, propiciado por una infracción de dobles de Divac, cuando quedaban 12 segundos, que no olvidará mientras viva. Al final salió cara para su equipo (91-90), porque en el tiempo extra Sabonis recordó que era jugando cerca del aro donde nadie podía pararle si no era con faltas. Porque antes se había dedicado a lanzar desde lejos y ahí queda su increíble estadística, con un 11/15 en tiros libres como único fundamento lógico de sus 25 puntos: 4/4 triples y 1/9 en tiros de dos.
También la otra gran estrella europea, Drazen Petrovic, había cometido un error gravísimo. En su caso, pelearse no sólo con los rivales sino también con el público. Una guerra de nervios de la que acabó siendo él la víctima. Fue el máximo anotador del encuentro, con 27 puntos, pero con un acierto muy inferior al habitual: 11/22 de dos, 1/2 triples y, sobre todo, 2/7 tiros libres.
Tres días después, la URSS perdería la final ante EE.UU. (85-87), con 17 puntos de Homicius y 16 de Sabonis y Tikhonenko, frente a los 23 de McKey, 20 de Robinson y 17 de Charles Smith. Sabonis, Tikhonenko y Robinson formaron parte del cinco ideal junto al brasileño Oscar y Drazen, que fue el MVP.